sábado, 7 de junio de 2008

Presentación

Me llamo Malvina porque mis amos me encontraron un 2 de abril frío y lluvioso. No son muy patriotas, pero me bautizaron espontáneamente sin consultar en ningún libro de nombres o internet. Ese día se murió el Papa y tuve la suerte de ser señorita porque mi ama mayor me aterrorizaría llamándome Juan Pablo, nombre nada adecuado para un gato. Mi vida es la “pachorra completa”. Mi ama menor me envidia profundamente: tanta siesta y caricias corporales. Cuando llegué a sus vidas no tenían ninguna experiencia en mascotas de mi tipo y me daban todo tipo de comida: milanesas, leche, atún, hígado… Me llevaron a la veterinaria y con hermosas palabras pudo explicarles lo que mis tripitas reclamaban y yo maullaba a gritos. Empecé a comer comida balanceada de la mejor marca y deje de ser un peluche familiar para transformarme en un “presupuesto familiar”. Estaba en la lista mensual de pagos junto al gas, la luz, el impuesto inmobiliario y el teléfono. A los seis meses me empezó a gustar un muchachito marrón de ojos celestes. ¡Qué calentura! Maullaba todo el día, me escapaba por el techo para buscarlo… Fueron dos días de persecución inútil. A la mañana siguiente me metieron en una mochila y de nuevo a la veterinaria. Ya no tuvo palabras hermosas, sacó un tubo con una aguja y ya no me acuerdo más. Me desperté toda dolorida con un cono de plástico alrededor del cuello. “Malvina lamparita” me decían mis amos sádicos. Ya no sentía nada por los gatos y empecé a comer más de la cuenta. “Malvina vaquita” me nombraban ahora. Mi color ayudaba: blanco y negro. “A vos, Malvina, lo que te mata es la televisión en colores” me decía mi ama menor.
Tengo una vecina loca, María Castaña, que con mi ama menor vamos a visitar casi todas las tardes, la señora insiste en que me haga amiga de su tortuga pero me duermo de solo verla y paso todo el rato roncando.

1 comentarios:

Blogger La escriba gris ha dicho...

No te quejes gata de porquería, al menos te he ido poniendo apodos originales. Hace lo tuyo y calentame los pies.

16 de julio de 2008, 15:03  

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